El nombre como os podéis imaginar, es un homenaje a mi abuelo Pepe, onubense de nacimiento y sevillano de corazón. Y es que cada verano que íbamos a verle a El Portil (Punta Umbría) nos llevaba a un sitio que le encantaba, a comer nuestra racioncita de este riquísimo molusco. Así que no podía pasar por hacer esta receta sin acordarme de él. Va por tí abuelo, estés donde estés.
INGREDIENTES:
PARA LAS ALBÓNDIGAS
- 700 gr de choco
- 4 rebanadas de pan de molde sin corteza
- 2 ajos
- Perejil
- 1 huevo
- Colorante alimentario
- harina para rebozar y un poquito más
PARA LA SALSA
- Cebolla
- Zanahoria
- Caldo de pescado
- 1 vaso de vino blanco (en mi caso Fino de Montilla Moriles)
- 1 cucharada rasa de harina
ELABORACIÓN:
Empezaremos triturando el choco, la miga del pan, los ajos y el perejil. Una vez que tengamos la masa, añadiremos el huevo (sólo puse la yema) y el colorante, ya que me parecía que quedaban más bonitas con un poco de color. Importante, no hay que echar nada de sal, ya que el choco es sabroso. Si vemos que la masa queda un poco desligada le añadiremos un poquito de harina y seguiremos haciendo las bolitas pasándolas por harina y a la sarten. Una vez fritas las retiramos y empezamos con la salsa.
Cortamos la cebolla y la zanahoria pequeñita, y lo echamos en una cazuela con aceite y una guindilla (si no os gusta el picante no lo echeis y punto). Una vez que esté bien pochado, echamos una cucharada rasa de harina, para que ligue, y a continuación el vino y el caldo de pescado caliente (en mi caso era de rodaballo). En cuanto empiece a hervir, añadimos las albóndigas que habíamos reservado y dejamos cocer unos cinco minutos. No os imaginais lo jugosas que quedan.
Ozú qué ricas que están, shosho! ( mi abuelo, como comprendereis no diría esto, es más, nunca reconocería que están buenas, para no tener que fregar, jejeje)
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